El sello de Dios y la marca de la bestia, 22 de julio
Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. Isaías 8:16.
Los justos vivos recibirán el sello de Dios antes de la terminación del tiempo de gracia.—Mensajes Selectos 1:75.
La señal o sello de Dios se revela en la observancia del séptimo día, monumento recordativo de la creación por el Señor... La marca de la bestia es lo opuesto a esto: La observancia del primer día de la semana.—Joyas de los Testimonios 3:232.
La observancia del domingo no es aún la marca de la bestia, y no lo será sino hasta que se promulgue el decreto que obligue a los hombres a santificar este falso día de reposo. Llegará el tiempo cuando este día será la prueba; pero aún no ha venido.—Comentario Bíblico Adventista 7:988.
Nadie hasta ahora ha recibido la marca de la bestia. El tiempo de prueba no ha llegado aún. Hay cristianos verdaderos en todas las iglesias, sin exceptuar la comunidad católica romana. Nadie será condenado hasta que haya tenido la luz y haya comprendido la obligación de obedecer el cuarto mandamiento. Pero cuando se promulgue el decreto que ponga en vigor el falso día de reposo, y el fuerte clamor del tercer ángel amoneste a los hombres contra la adoración de la bestia y su imagen, se trazará claramente la línea que separa lo falso de lo verdadero. Entonces, los que continúen en transgresión, recibirán la marca de la bestia...
Si se os ha presentado la luz de la verdad que revela el día de reposo señalado por el cuarto mandamiento, y que muestra que en la Palabra de Dios no hay fundamento para la observancia del domingo, y sin embargo seguís aferrándoos al falso día de reposo, rehusando observar el sábado que Dios llama “mi día santo”, recibís la marca de la bestia. ¿Cuándo ocurre esto? Cuando obedecéis el decreto que os ordena dejar de trabajar el domingo para adorar a Dios, mientras sabéis que no hay una sola palabra en la Biblia que muestre que el domingo no sea un día de trabajo, común, entonces consentís en recibir la marca de la bestia y rechazáis el sello de Dios.—EE, 174, 175.
De aquí a poco todo hijo de Dios llevará su sello. ¡Oh, si pudiéramos recibirlo en nuestra frente! ¿Quién puede soportar la idea de ser pasado por alto por el ángel que sale para sellar a los siervos de Dios en sus frentes?—The Review and Herald, 29 de mayo de 1889.
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